plano de la casa de Samsa,

plano de la casa de Gregor Samsa, por Nabokov

sábado, 30 de julio de 2011

Iluminación-Georg TRAKL-versión de Angélica BECKER

ILUMINACIÓN

Cuando anochece,
te abandona muy quedo un rostro azul.
Un pájaro pequeño canta
en las ramas del tamarindo.

Un suave monje junta en oración
sus manos muertas.
La blancura del ángel que a María se anuncia.

El año del que mira es nocturna corona
de violetas, trigo y bermejos racimos.

Ya se abren a tus pies las tumbas de los muertos
cuando la frente entregas a plateadas manos,
y silenciosa mora
una luna otoñal junto a tus labios,
y la ebriedad de la canción, oscura
a causa de la savia de las amapolas.

Oh flor azul que dulce emite acordes
en las rocas amarillentas.


VERKLÄRUNG

Wenn es Abend wird,
Verlässt dich leise ein blaues Antlitz.
Ein kleiner Vogel singt im Tamarindenbaum.

Ein sanfter Mönch
Faltet die erstorbenen Hände.
Ein weisser Engel sucht Marien heim.

Ein nächtiger Kranz
Von Veilchen, Korn und purpurnen Trauben
Ist das Jahr des Schauenden.

Zu deinen Füssen
Öffnen sich die Gräber der Toten,
Wenn du die Stirne in die silbernen Hände legst.

Stille wohnt
An deinem Mund der herbstliche Mond,
Trunken von Mohnsaft dunkler Gesang;

Blaue Blume,
Die leise tönt in vergilbtem Gestein.

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en Cantos de muerte-George TRAKL-Antología-
Traducción y comentarios
:Angélica BECKER
-Seix-Barral,2001

viernes, 29 de julio de 2011

de BRETON brota (sin beca Guggenheim)...La lengua de las piedras-

"Alejamiento infinito del mundo de las flores", suspira Novalis. ¡Qué decir, entonces, del de las piedras! ¿Y a qué se debe que, de camino, creamos tener un poco más de acción en éste?

Claro que la cuestión no podría tener sentido más que para quienes piensan que nada de lo que les rodea está ahí para nada, que no puede dejar de importarles en algún aspecto; que una percepción que se repite un número inconmensurable de veces, de la mañana a la noche de la vida, como la del objeto llamado genéricamente "guijarro", no puede permanecer limitada a sí misma, quedarse en letra muerta. Las sapientes clasificaciones de los mineralogistas los dejan totalmente insatisfechos. En realidad, estos mineralogistas no representan para aquellos inquisidores más que una categoría de esos "elocuentes naturalistas" que se quedan en lo visible y en lo palpable y de los que Claude de Saint-Martin ha podido decir que "defraudan nuestra expectación no satisfaciendo en nosotros esa necesidad ardiente y apremiante que nos lleva, más que a lo que vemos en los objetos sensibles, hacia lo que no vemos".

Sin ir a los orígenes en estado bruto, cuya indagación supone el traslado a otras latitudes y la puesta en marcha de todo un aparato, nada más fácil que llegar a sentir la particular "dignidad" de ciertas piedras. No hay más que vagabundear por los alrededores de la Orangerie o de las Tuilleries, a los largo de las orillas del Sena, mucho mejor después de un aguacero, ateniéndose a veces a bajar los ojos, para cosquilleo del silex que tapiza como pocos el suelo parisiense. De aquí a coger uno de esos fragmentos bonitos para sacarle efectos luminosos en todas sus caras no habría más que un paso si no fuera porque ese paso sólo pueden darlo los que conservan cierta lozanía de sus pocos años. Por lo demás, en el niño es un gesto instintivo.
El hecho es que las piedras dejan pasar, sin detenerlos lo más mínimo, a la mayoría de los seres humanos llegados a la edad adulta, pero los que excepcionalmente se prendan de ellas lo normal es que ya no se desprendan nunca. Allí donde las piedras se congreguen, los atraen y se recrean en hacer de ellos una especie de astrólogos invertidos. El velo de puro ornamento que por un instante hizo caer sobre ellas su mirada se ha ido levantando poco a poco, a partir de lo cual se les ha ido imponiendo oscuramente la necesidad de una indagación más exigente cada día. Esta creciente exigencia los lleva a poner cada vez más atención, y cada vez más exclusiva, en esa especie de aportaciones que se caracterizan porque gracias a ellas se puede profundizar más y más en la imagen casi vacía de sentido que la generalidad de la gente se hace del mundo. Quiere decirse que, con esto, entramos en el campo de los indicios y de los signos.

Gaffarel, bibliotecario de Richelieu y limosnero de Luis XIII, consagra el apelativo de gamahés -nombre, cree él, derivado de «camaieau» (camafeo), corrupción de «chemaija», que significa como el agua de Dios- a las piedras grabadas como jeroglíficos, entre las cuales pone en primera línea las "ágaras figuradas". Estanislao de Guaita advierte que su teoría apenas difiere de la de Oswald Croll, que, en su Libro de las firmas, sostiene que esas improntas son «las firmas de las fuerzas elementales que se manifiestan en los tres reinos inferiores" y que, mucho antes de ellos, Paracelso había estudiado detenidamente los gamahés, a los que dio el poder de curar. Esta opinión prevaleció en los medios sapientes del siglo XVll, como lo demuestra esta cita de un autor prusiano. «Ocurre a veces que los rayos caídos de las estrellas (con tal que sean de la misma naturaleza) se unen a los metales, a las piedras y a los minerales, que han caído de su posición más alta, los penetran enteramente y se amalgaman con ellos. En esta conjunción está el origen de los gamahés: se penetran de esta influencia y reciben la signatura de la naturaleza". Jurgis Baltrusaitis, en una hermosa obra muy reciente, uno de cuyos capítulos se refiere a las "piedras con imágenes", recuerda el jesuita alemán Athanase Kircher pensó que podría trazar la nomenclatura de los diversos tipos de minerales a que nos referimos y explicar las causas de su anomalía que, naturalmente, sólo la divina «Providencia» ha podido disponer.

En disculpa de los observadores e investigadores de los tiempos pasados hay una buena alegación: que las formas orgánicas fósiles no se reconocieron como tales hasta Bernard Palissy, y el hecho de que se las confunda con las figuraciones fortuitas que nos interesan tenía, por fuerza, que multiplicar las causas de error. Camille Flammarion insiste en el hecho de que, pese a las comunicaciones de Sténon en 1669, «Fontenelle, Buffon, Voltaire dudan de la naturaleza de los fósiles y no adivinan el proceso de formación de los terrenos de sedimentos". Es de extrañar que, sustraído el imperio de los gamahés la prolongada y abusiva injerencia de los fósiles, no haya perdido nada de su prestigio a ciertos ojos. Verdad es que nunca como hoy sintió el arte la necesidad de insertarse en lo fortuito (basta referirse a los "frotages", "fumages", "coulages", "souflages" y otros modos de asociación con el azar en la pintura). En el fondo, el gusto no ha cambiado mucho desde que, en 1628, el archiduque de Austria esperaba de Toscana un mueble "enteramente cubierto de ágatas, de cornalinas, de calcedonias, de jaspes con cuadritos pintados al óleo".

En el fondo, el gusto no ha cambiado mucho desde que, en 1628, el archiduque de Austria esperaba de Toscana un mueble "enteramente cubierto de ágatas, de cornalinas, de calcedonias, de jaspes con cuadritos pintados al óleo".

Cosa muy distinta es, nunca me cansaré de repetirlo, manifestar un interés de curiosidad por piedras insólitas, todo lo bellas que se quiera, pero a cuyo descubrimiento hemos sido ajenos, y ser esclavo de su búsqueda, para de tarde en tarde encontrar algunas, y aunque objetivamente valgan menos que las que ya se tenían. Entonces, es como si se jugara algo de nuestro destino. Estamos, totalmente entregados al deseo, a la solicitación y sólo en virtud de ellos puede cobrar valor tan alto el objeto buscado. Entre él y nosotros, como por ósmosis, se van a producir precipitadamente, por vía analógica una serie de intercambios misteriosos.

El viejo minero llamado el "Buscador de tesoros", que encuentra Henri de Ofterdingen, evocando las riquezas que le han descubierto las montañas del Norte, declara que a veces ha creído entrar en un jardín encantado. Se ha dado el caso de experimentar la sensación en una playa de Gaspesia a donde el mar solía echar y llevárselas sin dar tiempo a cogerlas unas piedras alargadas, transparentes, de todos los colores, que brillaban de lejos como lamparitas. El año pasado, al acercarnos, bajo una llovizna, a un cauce de piedras que todavía no habíamos explorado a lo largo del Lot, el súbito "saltarnos a los ojos" varias ágatas de una belleza inesperada para la región me hizo creer que iban a surgir a cada paso otras más bellas y me mantuvo más de un minuto en la perfecta ilusión de estar pisando el paraíso terrenal. No cabe duda de que la obstinación en la búsqueda de los fulgores y de los signos, de que trata la "minerología visionaria", actúa sobre el espíritu a la manera de un estupefaciente.

Hasta hay cabezas que parecen poco capaces de resistir a él, ciertos "gamahistas" a quienes sus trabajos les dan plena libertad para el desvarío. J. A. Lecompte piensa que el pavor o ciertas impresiones violentas, el fanatismo religioso o el político, pueden provocar la creación espontánea de un gamahé. J. V. Monbarlet, al cabo de largos años de "estudios", tiene por cierto que, en todo el valle del Dordogne, no hay una sola piedra, un solo sílex que no haya sido esculpido, grabado y pintado por el hombre -según él el artista galo- poniendo en él, tanto en el exterior como en el interior (como ocasionalmente lo revela al partirse), "cuadros misteriosos" e innumerables combinaciones. Estos dos autores se creen en el deber de corroborar su tesis con ayuda de numerosos dibujos o fotografías que naturalmente, de lo único de que pueden convencernos es del disturbio "paranoico" de su mente.

Sólo cuando se levantan construcciones sistemáticas tan ambiciosas se rebasan, a mi parecer, los derechos de la mineralogía visionaria. Entre las piedras de aluvión de un río como el Lot -limitándome a lo que yo puedo conocer mejor-, muchas veces he creído comprobar que las que, en una búsqueda emprendida por un grupo, llaman la atención de cada uno por sus calidades de sustancia o de estructura son las que presentan más afinidades con su complexión particular. Creo que, en el mismo recorrido, dos seres, a menos que tengan un raro parecido, no podrían recoger las piedras: tan cierto es que sólo se encuentra aquello que una profunda necesidad reclama, y esto aun en el caso de que esa necesidad sólo se pueda satisfacer de manera enteramente simbólica.

"Todo cuerpo transparente -piensa Novalis- se encuentra en un estado superior y parece tener una especie de conciencia". Nada más cierto. Se apoya de pasada, en Ritter, que, muy entregado a escrutar el "alma universal propiamente dicha", sostiene que todos los fenómenos exteriores deben llegar a ser explicables como símbolos y como resultados últimos de fenómenos interiores" y que "la imperfección de unos debe llegar a ser el órgano que revela los otros. Todavía algunos reaccionamos así. Las cintas internas del ágata, con sus contracciones seguidas de bruscas desviaciones sugieren lazos de trecho en trecho, cuando las vemos por vez primera vez parece que miran al través, en un espacio selectivo, nuestro propio "influjo nervioso". De esto puede resultar los más perturbadores "choques", y el mejor ejemplo de los mismos que puedo citar es la existencia de una piedra en la que se abre el sexo de la mujer, supremamente descrito, entre las circunvalaciones del cerebro.

La búsqueda de las piedras que tiene este singular poder alusivo, sí es verdaderamente apasionada, determina el rápido paso de los que a ella se entregan a un estado segundo, cuya característica esencial es la extraludicez. Esta, partiendo como un cohete de la interpretación de una piedra excepcional, abarca e ilumina las circunstancias de su hallazgo. En caso tal, tiende a suscitar una causalidad mágica, que supone la necesidad de intervención de factores naturales sin relación lógica con lo que está en juego, por lo cual desconcierta y confunde los hábitos de pensamiento, pero sin que por ello deje de subyugar nuestra mente.

El verano pasado, mi amigo Nanos Valaoritis tuvo la gentileza de consignar para mí las observaciones que ha suscitado el hallazgo de la bellísima piedra, en forma de figura sentada, que aquí se reproduce:

"Cuando Marie W. nos llevaba por la noche en automóvil por la meseta calcárea desde las ¨playas¨ del Lot donde se nos había hecho tarde, no dejaba nunca de parar, por miedo a matarle o herirle, si un pájaro nocturno, deslumbrado por los faros, se quedaba quieto ante nosotros. El 14 de septiembre contamos nueve paradas por causa de otros tantos pájaros, al parecer de la misma especie. El planeta Marte, que según los periódicos está excepcionalmente cerca de la tierra, nos cautiva durante buena parte del trayecto.

"De nuevo el 15, con A.B., explorando una pequeña playa cerca de Arcambal, a unos pasos encuentro en el río la piedra en forma de figura sentada, en la que me llama especialmente la atención la cabeza de pájaro nocturno. Mientras estamos observando, viene a revolotear en torno a nosotros el ¨gran Marte cambiante¨, una mariposa relativamente rara, siempre fascinadora. Se pesa con insistencia sobre el perro que nos acompaña. Otra piedra que encuentro se parece más claramente aún a los pájaros nocturnos de la víspera.

"El 17 de septiembre estará ¨Marte en la posición más próxima a la tierra.

"A los pocos días, leo un estudio de A. Lemozi sobre una sepultura neolítica descubierta en Toure Faure (Lot). Parece ser que en la piedra que cubre esta sepultura se destaca una cabeza de lechuza, de lo que deduce el autor que los pueblos neolíticos de la región adoraban a una diosa con cabeza de lechuza, divinidad tutelar de los sepulcros. Con razón o sin ella, cuanto más lo hemos pensado, más hemos creído que la piedra que yo encontré era la representación de la diosa".


Una piedra como ésta, cuyo aspecto intencional llega tan lejos, plantea en realidad un problema insoluble. Tal como es, por la misma ambigüedad de origen, esa duda en que nos deja le da para mí un inmenso prestigio, pues tiende a conferirle una posición clave entre el "capricho de la naturaleza" y la del arte.

Lotus de Paíni sostiene que la fase de Intuición se inicia históricamente en la especie humana en el momento "en que el alma penetra hasta el fondo de la piedra y toda de ella definitivamente las potencias del YO. La piedra.-dice también- confiere a la raza de los hombres el alto privilegio del dolor y de la dignidad". En todo caso, parece fuera de duda que al renunciar el hombre a algunas de sus preciosas facultades es cuando llegó a considerar las piedras como despojos. Las piedras -por excelencia las piedras duras-, continúan hablando a los que quieren oírlas. Hablan a cada cual un lenguaje a su medida: a través de lo que sabe le enseñan lo que aspira a saber. Las hay también que parecen hablarse una a otra y que, acercándose a ellas, se las puede sorprender hablándose. En tal caso, su dialogo tiene el inmenso interés de hacernos traspasar nuestra condición fundiendo en el molde nuestras propias especulaciones la sustancia misma de lo inmemorial y de lo indestructible (aquí no valdrá acantonarse). Desde este punto de mira, creo que, para nuestra mayor o menor edificación-eso depende sólo de nosotros-, merece la pena observar la gran Tortuga y el Cacique hablando del misterio de los comienzos y de los finales.

Fuente: Librodot

Read more: http://patriciadamiano.blogspot.com/2008/10/andr-breton-la-lengua-de-las-piedras.html#ixzz1TXM853VS

lunes, 18 de julio de 2011

de Medievo-Antonio MEDINILLA


Doce

Celan las murallas
El lenguaje del suelo-
Y acallan
Ceremoniales artesanos-


Catorce


Toda la Savia que entristece
Nieva en el lento universo-
El OjO que al fin se disipa
Se ausenta en la Ira Sagrada-
Fue en tu propia carne
Al borde de la nevada
Donde la vida entristece-

Veinte y dos

Se posterga la Partida-
Se dispone a reinar-
NO NOS VAMOS-
Deambulamos en El Giro-
Los instantes reconocen
Sus Juguetes Favoritos-
Fragmento de un todo incauto-
Estás inquieto (me observas)-
De igual manera nos emboza
En los campos de girasoles
El instinto de la Huída, Caín-

Treinta y siete

Almorávide feroz-
Ven
Y baja al Túnel-
LAS RAÍCES
PENDEN DEL TECHO-

Setenta y cuatro

Recordaremos la Victoria
COMO UNA DERROTA-
El ramal de olivas
Que se aborrece y excusa-
Donde el Ahorcado
YA SIN MONEDAS-

Ochenta y nueve

En tus extremos habitan Lobos
Y engendran otras batidas-
Presas de la media luna-
CAZAmentadas-
Saben danzar con tu vientre-
Caperuzón-

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de MEDIEVO-Antonio MEDINILLA-ed.AdamaRamada-mayo 2005

domingo, 10 de julio de 2011

F.M.DOSTOIEVSKI sobre E.A. POE y E.T.A. HOFFMANN-en Diario de un escritor



PRÓLOGO A TRES CUENTOS DE EDGAR POE

Dos o tres cuentos de Edgar Poe ya fueron traducidos al ruso en nuestras revistas. Aquí presentamos a nuestros lectores tres cuentos más. Es un escritor extremadamente extraño, eso es, extraño, aunque con mucho talento. Sus obras no se pueden calificar directamente como fantásticas, y aunque él sea fantástico lo es sólo, digamos, por fuera. Por ejemplo, admite que se resucite, tras aplicarle el galvanismo, a una momia egipcia, que ha pasado cinco mil años en las pirámides. Admite que un muerto, otra vez mediante el galvanismo, cuente su estado de ánimo, etc. Pero todavía no es género directamente fantástico. Edgar Allan Poe tan sólo permite la posibilidad de un suceso irreal (probando su posibilidad, sin embargo, a veces de manera muy ingeniosa), y al admitir este suceso en todo lo demás permanece absolutamente fiel a la realidad. Por ejemplo, lo fantástico en Hoffmann es distinto. Hoffmann personifica las fuerzas de la naturaleza en las imágenes: introduce en sus cuentos a las hadas y a los espíritus, a veces busca su ideal fuera de lo terrenal, en un mundo extraordinario, tomándolo por el mundo superior, como si él mismo creyera en la existencia de este mundo mágico y misterioso...Se puede decir que Edgar Allan Poe es más un escritor caprichoso que fantástico. ¡Y qué caprichos tan raros, qué atrevimiento en esos caprichos! Casi siempre escoge una realidad extraordinaria, pone a su personaje en unas condiciones circunstanciales o psicológicas extraordinarias, ¡y con qué capacidad de clarividencia, con qué precisión sorprendente cuenta el estado de ánimo de ese personaje! Además, Edgar Allan Poe tiene una característica que lo distingue absolutamente de todos los demás escritores, este rasgo distintivo es la fuerza de su imaginación. No es que supere en imaginación a otros escritores, es que en su capacidad de imaginación hay una particularidad que no hemos visto en ninguno: la fuerza de los detalles. Intenten, por ejemplo, ustedes imaginar algo poco habitual o incluso algo que no exista en la realidad. La imagen que aparecerá ante sus ojos encerrará siempre rasgos más o menos generales de todo el cuadro, o se va a centrar en un rasgo especial, en su particularidad. Pero en los cuentos de Poe se ven todos los detalles de cada imagen o acontecimiento hasta tal grado que casi se convencen de su posibilidad, de su realidad, aun siendo este acontecimiento imposible o no haber sucedido nunca. Por ejemplo, en uno de sus cuentos aparece la descripción del viaje a la Luna, es una descripción muy detallada, observada por él casi hora tras hora. Casi nos convence de lo que haya podido suceder. Del mismo modo describió en un periódico americano el vuelo del globo aerostático desde Europa, a través del océano, hasta América. Esta descripción fue tan detallada, estaba llena de unos hechos tan imprevistos y fortuitos, tenía un aspecto tan real, que todos creyeron en este viaje aunque fuera por un par de horas,y eso que en seguida se informó de que no se había realizado ningún viaje y que el cuento de Edgar Allan Poe era un bulo periodístico. La misma fuerza de imaginación o, más bien, de consideración se manifiesta en los cuentos de la carta robada y en el asesinato cometido por un orangután en París, y en el cuento del tesoro hallado.
Lo comparan con Hoffmann. Ya hemos dicho que no es verdad. Además, Hoffmann es muchísimo mejor que Poe como poeta. Aunque a veces no esá definido con claridad, Hoffmann tiene un ideal, cargado de pureza, belleza real y verdadera, propia del hombre. Esto se ve mejor en sus novelas no fantásticas como, por ejemplo, Meister Martin o la finísima y admirable novela Salvator Rosa. Por no hablar de su mejor obra, El gato Murr. ¡Qué humor tan verdadero y maduro!, ¡qué fuerza de la realidad, qué rabia, qué tipos y retratos! Y al lado aparece la sed de la belleza. ¡Qué ideal más radiante! El Poe fantástico es, por así decirlo, material. Se ve que es un americano del todo verdadero, incluso en sus mejores obras fantásticas.
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de Diario de un escritor-Fiódor M. DOSTOIEVSKI-edición de Paul Viejo-traductoras: Elisa Beaumont Alcalde, Eugenia Bulátova y Liudmila Rabdanó-editorial Páginas de espuma-2010

martes, 5 de julio de 2011

La casa de Canetti, -en El Danubio, de Claudio MAGRIS

LA CASA DE CANETTI--

En el número 12 de la Ulica Slavianska, en Ruse, que desciende recta hacia el puerto, hay todavía, junto al balcón de hierro forjado, un gran monograma de piedra con una C; la casa de tres pisos era la empresa del abuelo de Canetti, ahora es una tienda de muebles. En el barrio de los "espaniolos" -que en un tiempo eran numerosos en Ruse, tan emprendedores como exclusivos- existen todavía, en cambio, las casas bajas entre la vegetación, en general de un solo piso. Los judíos vivían bien en Bulgaria; en su libro sobre Eichmann, Hannah Arendt recuerda que la población búlgara, cuando los aliados nazis obligaron al gobierno de Sofía a imponer el distintivo a los judíos, manifestó su simpatía por quienes lo llevaban y procuró en general obstaculizar o atenuar las medidas antisemitas.
En el barrio está también la casa de infancia de Canetti; el director de los museos ciudadanos, Stojan Jordanov, hombre amable y culta inteligencia, es quien nos lleva a esta casa de la calle Gurko 13, dirección que Canetti, en su autobiografía, se preocupa cuidadosamente de precisar. La calle delante de la verja siempre está "polvorosa y soñolienta", pero el patio con jardín ya no es tan espacioso, invadido por otras construcciones. A la casa de Canetti, a la izquierda del patio, se accede también hoy subiendo unos cuantos peldaños; el edificio está dividido en pequeños apartamentos, en el primero vive la familia Dakovi, en la última puerta la señora Vâlcova, la dueña de la casa, que nos invita a entrar. Las habitaciones están atestadas de forma casi inverosímil de objetos de todo tipo amontonados en desorden, alfombras, colchas,cajas maletas, espejos sobre las sillas, cartones,flores artificiales, zapatillas, papeles, calabazas; en las paredes, grandes y rasgadas fotografías de divos del cine, una Marina Vlady, un joven de Sica de sonrisa conquistadoras.
Aquí abría los ojos al mundo uno de los grandes escritores de ese siglo, un poeta que intuiría y representaría con excepcional fuerza el delirio del época, que deslumbra y extravía la visión del mudno. Entre todas estas bagatelas, en el misterio siempre presente en cada espacio recortado en el informe universo, algo irrecuperable se ha perdido. También la infancia de Canetti se ha desvanecido y su minuciosa autobiografía no consigue aprehenderla. Enviamos una postal a Canetti, en Zurich, pero sé que no apreciará esta intrusión en sus dominiso, en su pasado, ente intento de ir a hurgar en su escondite e identificarlo. En su autobiografía, que probablemente ha determinado en gran medida la concesión del premio Nobel, Canetti parte en busca de sí mismo, del autor de Auto de fe; el Nobel ha premiado a dos escritores, el de antes, que se oculta,y el de ahora, que reaparece. El primero es un genio misterioso y anómalo, tal vez desaparecido e inaccesible para siempre, el escrito que en 1935, a los treinta años publicó uno de los grandes libros del siglo, su único libro realmente grande, Auto de fe, el cual desapareció casi inmediatamente, durante treinta años, de la escena literaria. Este libro imposible y áspero, que no hace ninguna concesión y no permite ser asimilado por la institución cultural, es la grotesca parábola del delirio de la inteligencia que destruye la vida, el terrible retrato de la falta de amor y del deslumbramiento; su rechazo, por parte de aquella ideal mediocridad que es la república literaria con su bienintencionada historiografía, era un fenómeno obvio, el rechazo de la grandeza radical y absoluta, indigerible. Ese libro, que ilumina como poquísimos nuestra vida, ha permanecido durante largo tiempo prácticamente ignorado, y Canetti ha soportado esa marginación con una firmeza que tal vez ocultaba, en su amable modestia, una irrefutable y casi empecinada conciencia de su propio genio.
El escritor de Auto de fe no habría ganado por sí solo el Nobel, ni siquiera con el resto de sus obras precedentes; para que fuera aceptado era necesario probablemente otro escritor, el que saltó a la luz treinta años después, acompañando la fortuna de su libro, redescubierto por la fama, como si se tratara de una fortuna pósutma y dirigiendo su lectura, su interpretación y su comentario -al igual que si, con decenios de retraso, se descubriera El proceso de Kafka y reapareciera el propio Kafka, bastante más anciano y simpático, sirviendo de guía de sus propios laberintos.
La autobiografía, que parte de la infancia en Ruse, es esta construcción de su propia imagen, esta imposición del autocomentario; en lugar de narrar una realidad viva, la esclerotiza en la descripción. Canetti quiere contar la génesis de Auto de fe, pero no dice realmente nada acerca de ese grandioso libro ni acerca de su inimaginable autor, que debe haberse encontrado al borde de la catástrofe y del vacío; ni siquiera expresa el silencio y la ausencia de ese autor, de su otro yo, el agujero negro que lo ha engullido y cuya evocación habría podido hacer nacer otro gran libro, sino que redondea sus aristas y ajusta las cosas con un tono autorizadamente conciliador, como si quisiera asegurar que en el fondo todo sigue en su sitio. Así que su libro dice a la vez demasiado y demasiado poco.
Creo que resultará difícil aceptar este jucio, sin duda tan discutible como cualquier otro, pero que nace del amor por él y por su lección de verdad. A veces Canetti se asemeja a los poderosos de sus libros, a su deseo de mantener la vida bajo control, que él ha indagado y desenmascarado en Masa y poder; a todos los grandes escritores les acechan los demonios que ponen al desnudo, lso conocen porque los llevan consigo, denuncian su poder en la medida en que amenaza con dominarles. Parece que en ocasiones quiera tener el mundo en sus manos o, por lo menos, su propia imagen, con el inconfesado deseo de que sea únicamente Canetti quien hable de Canetti. Cuando la señora Grazia Ara Elias le escribió que también ella había nacido y crecido en Ruse y recordaba a los Canetti y también al doctor Menachemoff al que describía en la autobiografía, Canetti, que no le contestó, se sintió quizá inquieto ante la idea de que alguien más pudiera ostentar derechos sobre la imagen de Ruse, del doctor y de todo aquello que él, ñpor haber escrito sobre ello, consideraba tal vez su propiedad exclusiva.
A sus cartas -con las que durante un tiempo me invitaba a entrar con magnánima generosidad en su vida y me ayudaba a entrar en la mía-, a toda su persona y a su Auto de fe debo una parte constitutiva y esencial de mi realidad. Es posible que mi acogida de su autobiografía le haya disgustado, pero quien ha aprendido a ver los mil rostros del poder gracias a él tiene el deber de resistir, en su nombre, a ese poder, incluso cuando asume, por un instante, su rostro. Mientras la señora Vâlcova cierra la puerta contemplo, verosímilmente por última vez en mi vida, esas habitaciones atestadas en las que jugaba y crecía un niño desconocido, un poeta que ha enseñado la fidelidad, la resistencia al inaceptable ultraje de la muerte.
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de El Danubio- Claudio MAGRIS-trad. Joaquín Jordá, editorial Anagrama,1997,
título de la edición original:Danubio-
publicado por Garzanti Editore en Milán, 1986

domingo, 3 de julio de 2011

3 de julio 1883 nace Franz KAFKA, en Praga

3 de julio de 1913, apunta en sus Diarios:

"La ampliación y la elevación de la existencia gracias a un matrimonio. Lema para un sermón. Pero casi lo adivino.
Cuando digo algo, pierde inmediata y definitivamente su importancia; si lo escribo, también la pierde siempre, pero a vece adquiere una nueva.
Una sarta de bolitas de oro en torno a un cuello bronceado."

El día anterior, 2 de julio apunta en sus Diarios:

"He sollozado ante la información del proceso contra una tal Marie Abraham, de 23 años, que, empujada por la miseria y el hambre, estranguló a su hijita Bárbara, de casi nueve meses, con una corbata masculina que le servía de liga y que se desató. Una historia completamente esquemática.

El entusiasmo con que he representado en el cuarto de baño, ante mis hermanas, una escena de una película cómica. ¿Por qué no puedo hacerlo nunca ante gente extraña?

Jamás me habría casado con una muchacha con quien hubiese habitado un año seguido en la misma ciudad.

***
3 de julio 1916, apunta en sus Diarios:

"Primer día en Marienbad con F. Puerta común con llaves por ambos lados.

Tres casas juntas formaban un pequeño patio. En unos barracones de este patio, estaban instalados aún dos talleres, y en un rincón había un gran amontonamiento de cajas pequeñas. En una noche muy tempestuosa-el viento arrojaba masas de agua al patio por encima de la más baja de las casas-, un estudiante sentado aún ante sus libros en una buhardilla, oyó un fuerte lamento que venía del patio. Se levantó y escuchó atentamente, pero no se oía nada, el silencio era absoluto. "Probablemente ha sido una ilusión", se dijo el estudiante, y volvió a sus libros. "No era una ilusión", decían las letras del libro saltando literalmente. "Una ilusión", repitió él y, pasando el índice por encima de las líneas cada vez más inquietas, las fue calmando. "
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trad. Feliu Formosa, editoria Tusquets-Diarios de Franz Kafka-(1910-1923)