plano de la casa de Samsa,

plano de la casa de Gregor Samsa, por Nabokov

domingo, 17 de octubre de 2010

de Diarios de F.KAFKA-17 de octubre de 1911 y de 1921

17 de octubre de 1911-

No termino nunca nada, porque no tengo tiempo y esto me oprime mucho. Si tuviese todo el día libre y esta inquietud matinal pudiese crecer en mí hasta mediodía y agotarse hasta la caída de la tarde, entonces podría dormir. Pero ahora, para esta inquietud, queda a lo sumo una hora del anochecer; se intensifica un poco, luego es reprimida y me socava la noche de un modo estéril y nocivo. ¿Lo soportaré mucho tiempo? ¿Tiene objeto sorportarlo, y podré tener tiempo?

Cuando pienso en esta anécdota: Napoleón cuenta en la mesa de la Corte de Erfurt: cuando aún era un simple teniente del quinto regimiento...(las altezas reales se miran consternadas, Napoleón lo advierte y se corrige), cuando aún tenía el honor de ser un simple teniente...; las venas del cuello se me hinchan con un orgullo levemente comprensivo, que penetra artificialmente en mí.

Más cosas de Radotin: después deambulé solo, helado, por el jardín cubierto de césped; luego, en la ventana abierta, reconocí a la niñera, que había pasado a esta otra parte de la casa, siguiéndome...

17 de octubre de 1921-

Tras los hechos de que no he aprendido nada útil y de que también físicamente (todo va junto) me he dejado decaer, puede existir una intencionalidad. No quería que nada me distrajera, no quería ser distraído por la alegría de vivir de un hombre útil y sano, ¡como si la enfermedad y la desesperación no le distrajeran a uno, al menos tanto como la alegría de vivir!

Podría redondear estas ideas de un modo diferente y darle un giro a mi favor, pero no me atrevo a hacerlo y no creo -por lo menos hoy y tampoco la mayor parte de los días- en ninguna solución favorable para mí.

No envidio a un matrimonio concreto, envidio a todas las parejas matrimoniales, y aunque sólo envidie a una sola pareja, envidio propiamente toda la felicidad matrimonial en su infinidad de formas; pero yo, aun en el más favorable de los casos, me desesperaría en la felicidad de un matrimonio ideal.

No creo que haya gente cuya situación interna sea semejante a la mía; sin duda puedo imaginarme gente así, pero no puedo imaginar ni remotamente que, en torno a sus cabezas, vuele constantemente este cuervo misterioso que vuela en torno a la mía.

La destrucción sistemática de mí mismo en el curso de los años es asombrosa; ha sido como la lenta fractura de un dique, una acción premeditada. El espíritu que la ha provocado debe de esar ahora celebrando su victoria; ¿por qué no me permite compartirla? Aunque también es posible que no haya llevado a cabo lo que tiene premeditado y que, por esta razón, no pueda pensar en otra cosa.

Trad. Feliu Formosa
edit. Tusquets

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